lunes, 22 de noviembre de 2010

SeGundo naciMiento (GrAn sAlto)

Empecemos por esto:

Hay momentos de encuentro con uno mismo en los cuales:
decidis perder algo, soltar, 
dejar un sitio que, al mismo tiempo conforma, protege pero también amarra, 
de dejar de sostener un discurso, un argumento que puede ser defensivo porque no deja crecer,
un modo de obrar,
una experiencia dolorosa que nos ata y se repite,
situaciones que funcionan sosteniendo-nos en una posición donde se espera que la solución "venga".

Esperar el cuidado y la protección por parte del afuera es necesario y fundamental en la vida pero hay  un momento, donde la persona salta, decide ser responsable de si. No es que sea uno y sólo uno el momento, es algo que pasa diariamente, pero hay un momento iniciático, de encuentro con esa realidad propia necesaria: "depende de mi". 
Momento fuerte anque Poderoso, quizá desgarrador, vertiginoso y a veces inentendible o desolador: " Yo soy responsable de mi, o sea que, hay cosas que si yo no cambio, no van a cambiar, o sea, no puedo decir que es tema de los demás, es mi tema cambiar si quiero que la cosa cambie". 
 Momento de constitución de la persona como entidad libre, que decide y legisla sobre si misma, que planifica de acuerdo a ella, camina el camino del día, no espera que le pongan la alfombra. Va, anda y la brújula es su pulso interno.
Significa que yo no espero que me salven los otros, porque no existe "la salvación".
Es un pasaje hacia la inmanencia de existir, no esperando más ni menos de las cosas que existir y andar.

Continuará porque no es tan fácil esto....

domingo, 14 de noviembre de 2010

Sitios en los cuales estar

Para vivir, podemos elegir lugares. El Cairo, Buenos Aires, Barcelona, Abra Pampa, Eslovenia.
Pero hay opciones adentro del cuerpo también. Como si fuera un mapa mundi interno (hecho de inscripciones múltiples y de diferentes formas sensaciones y sentimientos , que provienen de diversos sitios).
¿Qué localidad interior elegir para vivir?
¿Cómo mudarse de casa interna cuando estamos incómodos en la que estamos viviendo?

Y...
hay que buscar... adentro y en la interacción con los demás.
Testear desde dónde estoy más cómoda adentro mío para relacionarme y en qué sitios del afuera.

Lo mas simpático es que, muy problablemente, si me alojo mejor adentro, me aloje mejor afuera porque, tengo la sensación de que hay un secreto...

"Adentro" y "afuera"...son ficcioness, 
...construcciones, 
fronteras q armamos para clasificar de algún modo la experiencia,
o para facilitarnos el encuentro de algún sitio comfortable para vivir...

dISCO recomendado: Yoshimi Battles the pink robot, de Flaming Lips
http://listen.grooveshark.com/#/search/songs/?query=flaming%20lips%20yoshimi%20battles%20the%20pink%20robots

martes, 9 de noviembre de 2010

Cuerpo: dolor-placer (siguen los polos, la clave es reconciliarlos)


¿Cómo asimilar la existencia del dolor?
¿Cuál es la  naturaleza y la entidad de dicho malestar?  Pequeñas y poco ambiciosas mis preguntas...
Pero, reflexionemos un rato, dejémonos navegar en esto y quizá al poder hablar del dolor, podamos mover algo alrededor de él

En principio, si de entidad se trata, será necesario dirigirnos al sustrato material que somos: el cuerpo, las sensaciones, cosas que experimentamos de hecho.
Si hacemos memoria y nos dirigimos a las sensaciones que experimentamos, encontraremos que las mismas no existen sólo en relación al placer. Es innegable que existe el dolor, o al menos que existe una intensidad esencialmente diferente de la que denominamos placer.
Es decir, existe el dolor en el cuerpo. El dolor existe.
El dolor está. Tiene entidad. No es un epifenómeno social, una consecuencia del mal obrar de una persona, de tomar un camino mal. Es un hecho existencial. Sucede.

Ahora bien, qué formas posibles toma el dolor? Ahí ya se vuelve más complejo. Entran en juego otras dimensiones además de la innegable presencia orgánica del dolor. 
Pensemos en la profunda relación que hay entre el dolor y la cultura. Esa relación forma sentidos y modos de dolor determinados,  preconcibe cosas a las que asociamos al dolor por tradición más que por sensación. Esto es, distintas sociedades (ejemplo amplio: occidental, oriental) conciben el dolor de acuerdo a distintas coordenadas, (le llaman "dolor" a distintas cosas¡) a diferentes categorías y eso es lo que los cuerpos de las personas de cada grupo humano inscriben en sí mismos como patrón de lo que "es" el dolor.
Algunos ejemplos en nuestra occidentalidad de alguno dolores que hacemos existir como sociedad: el dolor físico, las enfermedades: fenómenos que uno no maneja y advienen, suceden en el cuerpo.Hay dolor crónico, dolor crítico, fracturas, quebraduras, cortes, inflamaciones, agonías. Dolor psíquico, confusión, trampas mentales, emboscadas autoinflingidas, noción de la repetición y reincidencia, de patear muchas veces la misma piedra, angustias ocasionales, angustias estructurales, miedos, huida, negación, silencios internos.  
En el reino de la clasificación hay miles de nombres para el dolor... 
La intención es entender todo lo que una sociedad construye alrededor de esta energía. Existen singularidades culturales en lo referente al dolor, diferentes formas posibles de dolor construyendo una trama, un tejido entre la cultura y los cuerpos que habitan la misma.
Entonces, si,
el dolor existe, pero el dolor pre-existe también, existe culturalmente antes de nacer.
 Y al pensar esto, la simple existencia del dolor se multiplica potencialmente cual  célula en mitosis.

Así que, por un lado el dolor es innegable, existe deliberada e irremediablemente pero por otro también es construido, variable, de diversas intensidades de acuerdo al valor cultural q se le otorgue, por un lado, o de acuerdo al valor singular que alguien le asigne en su vida.

Es total y relativo...
Es una energía que existe tanto como existe la de placer.
Ni una ni la otra fuerza son regentes de la existencia porque ¿qué le queda a aquel que no se ha permitido dejar de victimizar  por su dolor y vivir la plenitud de la alegría? O ¿Qué le puede esperar un persona que hedoniza su accionar y sólo se rodea de encuentros placenteros pero cuando aparece algo del orden del dolor huye o se escapa?

Habrá que aceptar que se sufre.
Habrá que aceptar que se vive el placer.
Las hay las dos. 
Y del ir y venir entre esas totalidades está hecha la vida...

Grupo=Comunidad de sentido

Ahí va un escrito publicado, voy a tratar de ponerle más color que el cut and paste para hacerlo más legible...

"El sentido de este escrito apunta pensar, desde una perspectiva concreta (1), cuál es el valor de la integración de una persona en un grupo de pertenencia. Y porqué es importante, en el marco de una terapia, valorar esta dimensión en la individualidad que nos consulta, no perderla de vista, apuntar y creer en su eficacia.

Detengámonos a pensar en una persona. La misma decide consultar a un psicólogo, por un sinfín de cuestiones posibles, pero que podríamos animarnos a sintetizar como un malestar de imposible resolución por sus propios medios.
En primer lugar, como psicólogos, nos interesa pensar o interrogarnos acerca de ese malestar. Eso es lo que posiblemente hagamos cuando esa persona venga a consultarnos: interrogarle, interrogarnos. Y seguramente serán (también) infinitas las dimensiones y relaciones posibles que podremos realizar en torno a dicho malestar.
Ahora bien, en este escrito intentaremos pensar acerca de una de las dimensiones posibles de abordar y entenderlo:


Acerca de las elecciones de una vida:

Puede resultar, entonces, que ese malestar se encuentre vinculado profundamente con el tipo de elecciones que realiza esa persona. ¿A qué nos referimos cuando hablamos de elecciones?
Nos referimos tanto a las elecciones vitales, es decir, decisiones fundamentales ante encrucijadas de la vida, decisiones concientes y deliberadas, pensadas, evaluadas, como también a meras elecciones: concretas, sutiles, decisiones micro, que no se presentan como fundamentales ante la vida del sujeto pero que paso a paso construyen el marco de su cotidianeidad: elecciones cotidianas.
Sucede que, a medida que nos adentramos en la lógica del relato de ese malestar que presenta la persona consultante, nos encontramos con que, curiosamente, dicho malestar resulta encontrarse “inconscientemente elegido” por esa persona. Dicha paradoja no es más que aquella que, como sabemos, se presenta en las neurosis y que numerosos psicoanalistas ya han analizado en su profundidad: el individuo se dirige hacia aquello que sufre, en alguna medida  “se busca” un sufrimiento, ese malestar. Sin embargo no forma parte de su registro conciente la participación que ella misma tiene, al dirigirse hacia  aquello que la hace sufrir y siempre cree encontrar y re-encontrar.
Si relacionamos esta cualidad neurótica con la perspectiva que veníamos planteando en torno a lo que entendemos por “elecciones”, podríamos formular: Aquello hacia lo que la persona se dirige en su vida, son sus elecciones cotidianas, sutiles. Aquellas a través de las cuales se conduce hacia los encuentros reiterados con lo mismo y que configuran, día a día la forma de esa queja.
Agregaríamos, además, que, ante el desconocimiento de este suceso, no posee elementos o medios para generar una modificación o un movimiento sobre dicha situación. Es así que a través de sus elecciones cotidianas  se obstaculiza, asimismo, la posibilidad de generar una movilidad en las elecciones vitales, mas estructurales y visibles para la persona. Por lo tanto, consulta, por lo tanto, se queja.


A propósito de los encuentros posibles y la terapia:

Sucede, entonces, que en reiteradas ocasiones quien consulta se encuentra rodeado, capturado y prisionero de un malestar que se construye a sí mismo, a partir de tomar elecciones que no son adecuadas a su bienestar y, por el contrario, generan un malestar, sustrayendo así su potencia de actuar. 
Asumiendo esta perspectiva podemos formular que esas elecciones conducen a encuentros  con cosas que descomponen (interfieren, destruyen) la potencia de esa persona, sustraen su posibilidad de actuar, de ser, de desplegarse. En tanto lo capturan, no se permite actuar libremente, se halla sometido a ese malestar. Llamaremos a éstos, encuentros inadecuados (1 ).
¿Qué entendemos por  “encuentros inadecuados”? Situaciones de captura en la vida de una persona, realidades que vive, padece y considera inmutables, no sabe que puede modificarlos simplemente moviéndose/moviéndolos de/a ellos.
La idea de pensarlos como encuentros  es interesante porque supone una relación entre la persona y la situación que vive como malestar. Eso no pertenece a la persona sino que se encuentra en un plano de relación e intercambio con ella. Por lo tanto es algo móvil, susceptible de movilidad, modificación, acción.

Ahora bien, ¿Cuál sería el valor de accionar, de moverse, de generar una modificación? Es decir, ¿Para qué movilizar? El hecho de permitirse pensar que esas situaciones que capturan pueden moverse, cambiarse, modificarse, tomar otro tono, cambiar algún matiz, el mínimo que fuera, abre la posibilidad de plantearse una realidad diferente. Cuando una persona se permite mover, habilita la aparición de cosas nuevas.
Aunque ¡atención! Si bien esperamos que, cuando intervenimos como psicólogos, mediaticemos elecciones que habiliten la posibilidad de generarse tipos de encuentros adecuados a una multiplicación de la persona, soltando algo de esa sensación de captura con la que se presentó a consulta, no todo movimiento trae necesariamente efectos absolutamente salutíferos. Al realizar una modificación pueden presentarse también nuevas situaciones de captura, no es cosa sencilla elegir lo que es adecuado para uno. Es un modo “a construir”.
Sin embargo, en el ir y venir a través de estos movimientos, ya sea que resulten encuentros adecuados o inadecuados a la persona, es que poco a poco podrá comenzarse a vislumbrar la posibilidad de generar algún cambio de posición respecto del sufrir. El mero movimiento deja esa inscripción.
¿Cómo? En lo concreto de la vida de la persona, dejando huella en la acción misma, dejando comprender que es infinito el espectro de posibilidades de ser y actuar, no necesariamente son posibles las acciones que se realizan habitualmente, puede modificarse también eso, puede permitirse elegir otra cosa que la que lo hace sufrir. Y ese permiso se toma en esas pequeñas elecciones de la cotidianeidad y a partir de eso dejan su huella.

La pregunta sería entonces, ¿Cómo accionar como persona? ¿Cómo moverse de esa captura? Sería importante q si hay captura la terapia habilite la búsqueda hacia un encuentro adecuado. Que la persona que  consulta accione hacia lo que consuena consigo, que lo que ejerce una captura sobre su singularidad pueda moverse y permitirle desplegarse como la persona que es, en esa singularidad.  Eso supone para dicha persona una tarea cotidiana de elección de lo que resulta saludable y es el resultado de un fino y personal proceso de vislumbramiento de aquellas cosas adecuadas para sí y aquellas que le generan confusión porque no son elegidas ni representan ese sentido en su vida.
Un encuentro adecuado da sentido a la acción de esa persona, habilita su despliegue y puede elegirse. El individuo siente que ese encuentro es adecuado para él porque experimenta en su cuerpo sensaciones que no lo neurotizan, ni lo confunden, en ese sentido son saludables. Es muy importante que un tratamiento respete esta dirección: poder buscarse sus encuentros saludables y conjuntamente interrogarse acerca de las razones y raíces de los inadecuados (pero que no sea ésta la única dirección).


El grupo como Comunidad de Sentido:

Ahora bien, hay algo fundamental que coadyuva en esta difícil tarea que puede adquirir un tratamiento: la de orientar hacia los encuentros adecuados. Difícil porque si esa persona ha ido a consultar es porque su capacidad de generar encuentros adecuados esta detenida, invisibilizada para sí. Y es por ello que la tarea de la terapia reside justamente en construir los puentes que construyan el permiso de elegirse lo sano para cada quien.
Habría que agregar que realizar esa tarea solo, a veces es algo muy dificultoso para una persona que se halla capturada en una encerrona neurótica, con poca claridad de acción, conveniencia y percepción interna.
Es aquí donde el valor del grupo, del otro, es Fundamental. En complementar y justificar el camino hacia las elecciones adecuadas. Por ello es fundamental la presencia de un microespacio compartido que le de valor y sentido a las elecciones  de esa persona, una COMUNIDAD DE SENTIDO.
Es importante destacar la dimensión del sentido. Muchos viven sin formularse pregunta alguna al respecto ¿Cuál es el sentido de esta acción? ¿Para qué estoy haciendo esto o aquello? ¿Qué sentido tiene para mi esto? ¿Tiene lógica esta acción en el marco de mi vida? ¿Proviene de mí o de una imposición interior a mí? A veces esa falta de revisión y cuestionamiento sobre el sentido y la dirección de lo que la persona hace puede ser  fuente de captura. Es decir, puede que esa persona haga cosas pero sin saber internamente muy bien porqué, sin sentir que elige eso que hace porque “hace por hacer” y al desconocer el sentido de su accionar se pierde la posibilidad de asumir su implicación en el mismo. Entonces vive sin ser conciente de ello, cree que vivir es sostener en su interior esa extraña sensación de sujeción: a  mandatos sociales, institucionales, culturales, familiares.
En este sentido, estamos tratando de incluir en la ética de nuestro accionar profesional, la dimensión social (si bien desde una perspectiva singular), al indicar que a veces, eso que captura a la persona, suele estar relacionado con ciertos mandatos que no se vinculan con sus propias sensaciones sino con algo construido en si mismo pero que no le pertenece. Adhesiones a formas macro (como creer en una religión, una idea política, una forma de vivir) y/o a formas micro (considerando como posible sólo un modo de amar, de considerar el fundamento un amor, una actividad realizada cotidianamente  o simplemente “el” horario de alguna actividad cotidiana). Cualquiera puede ser  la forma a la que alguien se encuentra adherido o capturado pero su denominador común  es el no entender profundamente el porqué de esa elección en esa vida.  Y esta posición, muy posiblemente deje a esa persona a la merced de encuentros inadecuados para si, ya que el fundamento de sus elecciones no marchará en consonancia con su sentir, sino que estará inconscientemente emparentado con la sujeción a la infinidad de mandatos mencionados y asumidos en el silencio de la falta de posibilidad.

Entonces la importancia de la comunidad de sentido en este plano es que justamente otorga el marco de sentidos necesarios para que ese individuo capturado  pueda justificar ante si y los demás las decisiones de sus elecciones salutíferas, en el momento en que comienza a permitirse tomarlas, asomándose al mundo de las “elecciones elegidas”. Si es alguien sometido a encuentros inadecuados, el encuentro con nuevas relaciones, mejores para sí, se facilita por la existencia de una comunidad de sentido, por grupos de personas o significaciones que “avalen” estas nuevas relaciones y las legitimen. Que acompañen la decisión de cambiar. ¿Cómo acompañan? Con el sólo hecho de existir para la persona como posibilidad nueva, dando el valor a otras posibilidades de existir adecuadas.
En este proceso, que se produce a través del mecanismo de generar ciertos quiebres entre el individuo, la persona y lo que viene dado como mandato, se produce una interrogación de esos mandatos instituidos y un “permiso” para formar creativamente otro espacio, mas ajustado a esa singularidad que es y que se facilita en el encuentro de una comunidad de sentido .









En este sentido hemos tratado de mencionar una senda que es imprescindible no perder de vista en la consecución de una intervención psicológica, la de abrir un camino hacia el encuentro con lo adecuado a la persona en oposición a un sinfín de mandatos que lo capturan.
Hay q emancipar de la captura, sin romper ni derribar lo instituido, con cuidado y respeto por los espacios que la persona va construyendo-se, dando posibilidad a la creación de esos espacios propios, esos espacios propios q hacen al agenciamiento personal de la vida.
Y es así que la salud (como estado de potencia) es un horizonte a construir y al cual es más fácil y agradable dirigirse encontrando un grupo o un espacio que acompañe el tránsito a través del encuentro de un sentido adecuado y consonante con esa persona.





 Referencias y Bibliografía:


(1)    Esta perspectiva está sostenida en los planteamientos formulados en : Deleuze, G: En medio de Spinoza, Cactus, 1978/1980/1981, Clase VI: Etica. Afección, Afecto y Esencia. Apéndice.
(2)    Remito a los conceptos instituido-instituyente y autonomía (creación)-heteronomía en: Castoriadis, C.: Los dominios del hombre, las encrucijadas del laberinto. Barcelona, Editorial Gedisa, 1988. Capítulo: Lo imaginario. La creación en el dominio histórico y social.