martes, 9 de noviembre de 2010

Cuerpo: dolor-placer (siguen los polos, la clave es reconciliarlos)


¿Cómo asimilar la existencia del dolor?
¿Cuál es la  naturaleza y la entidad de dicho malestar?  Pequeñas y poco ambiciosas mis preguntas...
Pero, reflexionemos un rato, dejémonos navegar en esto y quizá al poder hablar del dolor, podamos mover algo alrededor de él

En principio, si de entidad se trata, será necesario dirigirnos al sustrato material que somos: el cuerpo, las sensaciones, cosas que experimentamos de hecho.
Si hacemos memoria y nos dirigimos a las sensaciones que experimentamos, encontraremos que las mismas no existen sólo en relación al placer. Es innegable que existe el dolor, o al menos que existe una intensidad esencialmente diferente de la que denominamos placer.
Es decir, existe el dolor en el cuerpo. El dolor existe.
El dolor está. Tiene entidad. No es un epifenómeno social, una consecuencia del mal obrar de una persona, de tomar un camino mal. Es un hecho existencial. Sucede.

Ahora bien, qué formas posibles toma el dolor? Ahí ya se vuelve más complejo. Entran en juego otras dimensiones además de la innegable presencia orgánica del dolor. 
Pensemos en la profunda relación que hay entre el dolor y la cultura. Esa relación forma sentidos y modos de dolor determinados,  preconcibe cosas a las que asociamos al dolor por tradición más que por sensación. Esto es, distintas sociedades (ejemplo amplio: occidental, oriental) conciben el dolor de acuerdo a distintas coordenadas, (le llaman "dolor" a distintas cosas¡) a diferentes categorías y eso es lo que los cuerpos de las personas de cada grupo humano inscriben en sí mismos como patrón de lo que "es" el dolor.
Algunos ejemplos en nuestra occidentalidad de alguno dolores que hacemos existir como sociedad: el dolor físico, las enfermedades: fenómenos que uno no maneja y advienen, suceden en el cuerpo.Hay dolor crónico, dolor crítico, fracturas, quebraduras, cortes, inflamaciones, agonías. Dolor psíquico, confusión, trampas mentales, emboscadas autoinflingidas, noción de la repetición y reincidencia, de patear muchas veces la misma piedra, angustias ocasionales, angustias estructurales, miedos, huida, negación, silencios internos.  
En el reino de la clasificación hay miles de nombres para el dolor... 
La intención es entender todo lo que una sociedad construye alrededor de esta energía. Existen singularidades culturales en lo referente al dolor, diferentes formas posibles de dolor construyendo una trama, un tejido entre la cultura y los cuerpos que habitan la misma.
Entonces, si,
el dolor existe, pero el dolor pre-existe también, existe culturalmente antes de nacer.
 Y al pensar esto, la simple existencia del dolor se multiplica potencialmente cual  célula en mitosis.

Así que, por un lado el dolor es innegable, existe deliberada e irremediablemente pero por otro también es construido, variable, de diversas intensidades de acuerdo al valor cultural q se le otorgue, por un lado, o de acuerdo al valor singular que alguien le asigne en su vida.

Es total y relativo...
Es una energía que existe tanto como existe la de placer.
Ni una ni la otra fuerza son regentes de la existencia porque ¿qué le queda a aquel que no se ha permitido dejar de victimizar  por su dolor y vivir la plenitud de la alegría? O ¿Qué le puede esperar un persona que hedoniza su accionar y sólo se rodea de encuentros placenteros pero cuando aparece algo del orden del dolor huye o se escapa?

Habrá que aceptar que se sufre.
Habrá que aceptar que se vive el placer.
Las hay las dos. 
Y del ir y venir entre esas totalidades está hecha la vida...

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